Poesía. Colección Rosa de los Vientos, año 2019. Editorial Palabrava. 68 páginas. Fotografía de tapa: Pacho Coulchinsky.

Dice el escritor Ariel Aguirre en su contratapa: Siempre que alguien -sobre todo si es poeta, sobre todo si es de una ciudad chica- vuelve a su lugar natal y escribe, lo imaginamos contemplar desde el patio la casa de infancia, donde la abuela le cebaba mates, mirar cómo creció el árbol de mandarinas, o cómo se asoman edificios que antes no existían.

Acá no hay nada de eso. No hay tiempo para detenerse, menos para la melancolía. No hay estanterías que hurgar. Las cosas aparecen a medida que se avanza, se cruzan en el camino, aunque ese andar no sea sencillo: trastabillo, porque acá/ los caminos tienen huellas/ que nunca sanan. No hay forma de volver al punto de inicio, porque si bien los objetos y el paisaje son los mismos, la mirada es diferente y el deseo se posa sobre otras cuestiones.

Dos luces de frente: el encandilamiento y el ladear la vista. Su lectura es un ir de la imagen a la emoción, donde la oscuridad la corta ese zorro con el brillo de sus ojos. Dos luces de frente, el tercer libro de poesía de Planisich, que lo reubica como un punto luminoso y clave al norte del mapa poético.

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Dos luces de frente, de Diego Planisich

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Poesía. Colección Rosa de los Vientos, año 2019. Editorial Palabrava. 68 páginas. Fotografía de tapa: Pacho Coulchinsky.

Dice el escritor Ariel Aguirre en su contratapa: Siempre que alguien -sobre todo si es poeta, sobre todo si es de una ciudad chica- vuelve a su lugar natal y escribe, lo imaginamos contemplar desde el patio la casa de infancia, donde la abuela le cebaba mates, mirar cómo creció el árbol de mandarinas, o cómo se asoman edificios que antes no existían.

Acá no hay nada de eso. No hay tiempo para detenerse, menos para la melancolía. No hay estanterías que hurgar. Las cosas aparecen a medida que se avanza, se cruzan en el camino, aunque ese andar no sea sencillo: trastabillo, porque acá/ los caminos tienen huellas/ que nunca sanan. No hay forma de volver al punto de inicio, porque si bien los objetos y el paisaje son los mismos, la mirada es diferente y el deseo se posa sobre otras cuestiones.

Dos luces de frente: el encandilamiento y el ladear la vista. Su lectura es un ir de la imagen a la emoción, donde la oscuridad la corta ese zorro con el brillo de sus ojos. Dos luces de frente, el tercer libro de poesía de Planisich, que lo reubica como un punto luminoso y clave al norte del mapa poético.

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