Poesía y fotografía. Colección Anamnesis. Editorial Palabrava, 2019. 116 páginas.

Un hombre al lado del río tira la línea. ¿En qué piensa ese hombre? ¿En el pique? ¿En el agua, que pasa y pasa, incontenible? ¿Piensa en su deseo, en la vida?

Roberto Daniel Malatesta da voz a este pescador que se regocija contemplando. Marisa Malatesta puede ver –a través de las fotografías- lo que su hermano pone en palabras: Pescar es un arduo entrenamiento del espíritu.

Y allí, el río, enseña día a día la lección: No pescar nada no inquieta al que sabe / De un nudo nadie sale con apuros. Hay pájaros, árboles, camalotes; hay chicharras, hierba humedecida. Y también, un pensamiento que oscila entre la orilla y el adentro.

El viento corre y deja lo suyo al que sabe escucharlo, la niebla cubre al río tanto como a la vida y cuando crece, limpia todo lo que encuentra: Quizá solo venga / por lo que le corresponde.

Así se inunda el alma el que pesca, del verdadero pescador, al que no le interesa el pez sino la luz que discurre limpia y sin quimeras.

Si usted reside en la Ciudad de Buenos Aires, comuníquese con nosotros para coordinar el envío directamente. Disponemos de ejemplares en la Capital para facilitar la entrega.

Libro del pescador (Textos: Roberto Daniel Malatesta, fotografías: Marisa Malatesta)

$10.000,00
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Poesía y fotografía. Colección Anamnesis. Editorial Palabrava, 2019. 116 páginas.

Un hombre al lado del río tira la línea. ¿En qué piensa ese hombre? ¿En el pique? ¿En el agua, que pasa y pasa, incontenible? ¿Piensa en su deseo, en la vida?

Roberto Daniel Malatesta da voz a este pescador que se regocija contemplando. Marisa Malatesta puede ver –a través de las fotografías- lo que su hermano pone en palabras: Pescar es un arduo entrenamiento del espíritu.

Y allí, el río, enseña día a día la lección: No pescar nada no inquieta al que sabe / De un nudo nadie sale con apuros. Hay pájaros, árboles, camalotes; hay chicharras, hierba humedecida. Y también, un pensamiento que oscila entre la orilla y el adentro.

El viento corre y deja lo suyo al que sabe escucharlo, la niebla cubre al río tanto como a la vida y cuando crece, limpia todo lo que encuentra: Quizá solo venga / por lo que le corresponde.

Así se inunda el alma el que pesca, del verdadero pescador, al que no le interesa el pez sino la luz que discurre limpia y sin quimeras.

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